Crónicas
Iron Maiden en Chile: El Abrazo Inmortal de La Doncella de Hierro
Los años pasan, las hojas de los árboles caen y se renuevan resplandecientes en un eléctrico color primaveral mientras el sol incandescente cubre los rostros de aquellos que una vez más se encargan de repletar el Estadio Nacional sin importar cuánto tiempo han esperado por la cita de sus vidas. No es para menos, pues la doncella es única, es poderosa, atractiva e impactante; la doncella es Iron Maiden.
Toda velada de alcurnia cuenta con la presencia de grandes del rubro y en esta ocasión los encargados de abrir la jornada fueron los nacionales de Dynamic Overproduced Groove Metal Art, más conocidos como DOGMA a quienes lamentablemente no pudimos presenciar pero que desde afuera del recinto se escucharon sólidos y no es para menos si pensamos que Gabriel (voz), Sebastián (batería), Sandro (bajo) y Glen (guitarra) llevan años perfeccionando su peculiar estilo metálico.
Una vez dentro de la explanada del Nacional solo queda regocijarse con semejante vista; 62.000 fanáticos de todas las edades repletan un recinto que ha visto en más de una ocasión a estos grandes del heavy metal. Las negras poleras manchadas de imágenes de un Eddy que trasciende más allá de las décadas, son la pasarela perfecta, casi como un museo caminante de la discografía completa de la agrupación que va desde el disco homónimo de 1980 hasta su más reciente lanzamiento Senjutsu del 2021. Más de cuatro décadas de una historia que se rehúsa a terminar y que se estampa, no solo en la ropa de los andantes sino también, en los corazones palpitantes de quienes las llevan con orgullo.
Retumba el suelo, el aliento frío baja la temperatura agobiada de una jornada calurosa en la capital y las luces se apagan; los motores calientan su potencia y la audiencia prepara el ambiente con un coro que exige a la doncella. Con Doctor Doctor de UFO coreado por la multitud y Blade Runner (End Titles) de Vangelis los ingleses se encargan de crear bullicio mientras disparan las luces para recibir una vez más a la leyenda del metal; Iron Maiden en todo su esplendor hace suyo el escenario más grande de Santiago. Primer tema y se desborda la energía, la temperatura sigue descendiendo, pero el calor humano hace que la cancha se sienta como las llamas del averno, Caught Somewhere in Time del disco del 86 de portada futurista llena de pequeños acontecimientos de la historia de la banda, Somewhere in Time, despierta el instinto metalero del lugar que con ensordecedores gritos de ovaciones dan la bienvenida a la agrupación. Le siguen Stranger in a Strange Land, The Writing on the Wall y Days of Future Past en un salto al Senjutsu en una parábola del tiempo infinito mientras la fanaticada hace retumbar el suelo.
Crece la añoranza por escuchar los clásicos que movieron generaciones año tras año, pero aún no es tiempo; por ahora el poderío de la bestia se hace presente con The Time Machine, The Prisoner y Death of the Celts los cuales continúan este pimponeo coloquial entre la música de antaño y la nueva “Era Maiden” que de recatada escasea pues sigue siendo tan atronadora como de costumbre. Salta Can I Play With Madness y la concurrencia enloquece con la voz de Bruce Dickinson que se multiplica por miles casi como un coro victoriano impresionante. Los rostros cansados de aquellos que han combatido el calor por horas, muestran el sudor de la satisfacción al poder vibrar en la misma sintonía de su banda favorita. Ya nadie descansa en las orillas, puesto que la Doncella ha despertado de su letargo y como una avalancha impacta con sus riffs acelerados y los beat blast inalcanzables de la batería de Nicko McBrain quien a sus 72 años pareciera tener la misma energía de cuando tenía solamente 20.
Ya para cuando la gente se encuentra con la máquina cargada de combustible, Alexander the Great, tema debutante en tierras chilenas, penetra la barrera sónica en un desplante melódico increíble. Cabeceos, moshpit y todos los clichés metaleros que tanto se disfrutan en los shows en vivo completan un evento único en su rubro; Iron Maiden es la primera banda de metal en llenar el estadio dos fechas seguidas y no es para menos. En este punto todo el estadio se viene abajo cantando, gritando sinfónicos vítores y aplaudiendo hasta quedar sin huellas en las manos. Clásicos entre los clásicos, la luz y la sombra; la calma y la tempestad; Fear of the Dark a luz de celulares (aún se extrañan los encendedores quema manos que solían alumbrar los conciertos) convierten las voces del público en un solo monstruo rezando este emblema casi de culto. Las guitarras explotan y la marea que es la cancha salta al unísono cuando comienza a sonar Iron Maiden, en pulcra interpretación compositiva acompañada de los incansables moshpits que se forman en la cancha para cuando el reloj marca las 22 horas con 35 minutos.
Un descanso de las pistas que dura menos de menos de 3 minutos para que las guitarras rompan el silencio con la prolijidad y virtuosismos que solo ellas pueden lograr: Hell on Earth, The Trooper y, el que quizá sea un himno para muchos de los presentes, Wasted Years son las canciones elegidas para terminar su excelsa presentación de la primera jornada del “The Future Past Tour” en Chile y los cuales son agradecidos con la exorbitante energía de la audiencia. La voz se convierte en un mar de resonancias sonoras que trascienden más allá de las composiciones, Maiden y el público mantienen la complicidad hasta el final de un show que sonó poderoso e implacable todo el tiempo. No podía ser de otra manera, Iron Maiden no son solo canciones al aire; Iron Maiden es el soundtrack de toda nuestra vida.
Meryth Smirnoff
Fotos por Pedro Ateaga Ateaga
Setlist:
Caught Somewhere in Time
Stranger in a Strange Land
The Writing on the Wall
Days of Future Past
The Time Machine
The Prisoner
Death of the Celts
Can I Play with Madness
Heaven Can Wait
Alexander the Great
Fear of the Dark
Iron Maiden
Encore:
Hell on Earth
The Trooper
Wasted Years
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