Año tras año, el Fatal Prediction Fest reafirma su promesa de hacer del centro de Santiago el epicentro del Metal Extremo. Como si de una tercera profecía letal se tratara, la edición 2025 lo logró nuevamente, al reunir anoche 4 de octubre en el Teatro Cariola a seis bandas demoledoras, en una jornada que tuvo un riguroso y vibrante desfile sonoro con variados estilos, historias y lenguajes, que entregaron un show que sitúa nuevamente al Fatal Prediction Fest como uno de los santuarios actuales del Metal en suelo nacional. El carácter oscuro de la cita, y la contrastada, pero a la vez similar vena entre las bandas que se presentaron, alcanzaron un nivel de energía equiparable al de otros festivales masivos, y la respuesta del público fue clara: ovación y entusiastas moshpits que duraron todo el día.
To Kill: impacto local, apertura demoledora
La responsabilidad de comenzar los fuegos fue de To Kill, estandarte del Death Metal chileno que, con ya casi una década de historia, ha forjado su feroz pero honesta reputación con su potente sonido en vivo. Si bien los shows de apertura suelen ser recibidos con tibieza, la presentación de To Kill fue recibida con mucho ánimo por parte de la baja presencia de público a esa hora (eran apenas las 15:30), y logró iniciar a los presentes en un clima festivalero, violento, y expectante.
Su setlist combinó brutalidad y sonido de la vieja escuela, y los blast beat, los cambios rítmicos, y una baja tolerancia al error (a pesar de la súbita detención de la presentación por unos minutos debido a un problema con una de las guitarras) demostraron la sinceridad que solo el Death Metal chileno puede tener, con una identidad y constante evolución inconfundibles. Como solemos decir, ‘si es chileno, es bueno’, y la banda lo demostró presentando cero compromisos, mucho groove y un potente sonido que se mezcló junto a la excelente recepción del público, lo que hizo que la breve pero intensa apertura de los nacionales quedara sellada para darle espacio a la masacre que se veía venir el resto de la jornada.
Weight of Emptiness: emoción y densidad progresiva nacional
El segundo lugar del cartel lo tuvo Weight of Emptiness, celebrando además una década desde el inicio de su trayectoria. Los santiaguinos dieron un show cuya mayor virtud fue la de contraponer su atmósfera y densidad contra la carnicería inicial, y sacando provecho de la acústica envolvente del Cariola y de sus años en giras internacionales, mostraron porqué son una referencia para el Doom/Death progresivo nacional.
Desde los primeros compases de su propuesta de melodías sombrías, teclados ondulantes y secciones rítmicas, su presentación fue precisa y matizada, que junto a la voz cavernosa y profunda del vocalista Alejandro Ruiz, generó un clima introspectivo para la audiencia. El público se sumó al viaje emocional propuesto por el grupo, con intervalos de headbanging contemplativo en las partes más pesadas y estallidos de aplausos en los pasajes más relajados, que destacaron por su factura instrumental y también por su función como anclaje perfecto para la banda más ‘piola’ del cartel.
En una jornada donde el virtuosismo y la brutalidad prometían ser el sabor principal, la banda tuvo una puesta en escena sobria, sin perder la presencia ni la conexión con el público. La artesanía de Weight of Emptiness brilló con su propia luz, y nos mostró que el Metal Extremo también sabe mirar hacia adentro sin perder su ferocidad.
Hate: frenesí en la oscuridad
Directo de Varsovia a Santiago, Hate vivió su esperado debut en suelo nacional respondiendo a la expectativa y el hype con una presentación demoledora y ceremonial, repleta de blast beat feroces, una atmósfera maldita y un aura de paganismo moderno que hipnotizó a todos los asistentes.
El setlist, plagado de sus tracks más icónicos, osciló entre el misticismo oscuro y la técnica afilada, y Hate dejó claro que lo suyo es tanto la brutalidad como concepto y resistencia. Su propuesta visual de maquillaje blanco y vestuario negro sumó teatralidad al espectacular despliegue instrumental, donde la precisión quirúrgica de la batería y las guitarras imparables contribuyeron a un total ataque a los sentidos: pura técnica. El público chileno, amante histórico tanto del Death como del Black Metal, recibió agradecido cada ataque, coreó los rápidos riffs y se sumergió eufórico en las negras canciones del repertorio.
La respuesta inmediata de la audiencia fue destacable, la conexión se mantuvo inalterable, y los temas fueron acogidos con exuberante entusiasmo, prueba de que no se trataba solo de curiosos, sino de verdaderos discípulos de la escuela del Metal polaco. Hate se fue del escenario convertido en un referente inmediato para el público, y el debut del cuarteto difícilmente será olvidado en el corto plazo. Intensidad, tecnicismo y oscuridad cálida, celebrados por todos los que estuvimos presentes.
Brujeria: pandillas, rabia y homenaje a los caídos
No se puede hablar de los puntos álgidos del Fatal Prediction 2025 sin mencionar, obviamente, a Brujeria, banda cuyos shows son más que simples recitales, son manifestaciones colectivas de resistencia, sátira política y catarsis violenta. Esta vez, se hizo presente un carácter aún más especial, ya fue la primera visita de la banda tras la trágica partida de dos de sus líderes emblemáticos: Juan Brujo y Pinche Peach, ambos fallecidos en 2024. En este contexto, la presentación funcionó como un grandioso homenaje y rito de memoria para el Metal en español.
Bajo el mando ahora de Henry ‘El Sangrón’ Sánchez, y con una formación renovada pero igual de comprometida con el legado original de la banda, Brujeria destiló una energía rabiosa y lúdica. El repertorio fue una seguidilla de himnos de violencia, resistencia y un poco de parodia, los cuales desataron moshpits y cánticos que resonaron por todo el Teatro Cariola. La gente, en auténtico frenesí, no solo participó, sino que vivió y reivindicó la esencia contracultural de la banda, que nunca ha dejado de incomodar ni de caricaturizar los excesos del sistema y los aspectos más cotidianos de la vida.
Brujeria convirtió el escenario en un patio de barrio, con headbanging, bandanas y el narco-folklore mexicano como estandarte, y debido a la predominante ausencia de los dos fallecidos y miembros clave de la banda, el show tuvo una carga emocional genuina y a ratos conmovedora, pero no dejó de lado el carácter ni el humor corrosivo que han sido desde siempre su marca. Brujeria demuestra en su nueva etapa que no solo sobrevive, sino que se multiplica como fuerza de culto, y que arrastra a viejas y nuevas generaciones por igual.
Vltimas: soberanía y misticismo góticos
La presentación de Vltimas fue, sin dudas, uno de los momentos más anticipados de esta versión de Fatal Prediction Fest. Este supergrupo está formado por tres tótems del metal global: David Vincent (ex-Morbid Angel), Flo Mounier (Cryptopsy) y Rune ‘Blasphemer’ Eriksen (ex-Mayhem), y traen consigo un Death Metal sombrío, técnico y profundamente teatral. Además, lo que distingue a Vltimas es su poder de evocación, ya que cada tema se pasea entre lo brutal y lo sensual, lo gótico y lo diabólico, con una ejecución casi ceremonial. El maestro de ceremonias David Vincent, pone en práctica su dominio vocal y una presencia que cautiva a la audiencia, mientras que los riffs de Blasphemer y la batería de Mounier aseguran asalto a los oídos que no pueden ser detenidos.
El público los recibió con una mezcla de respeto y pasión desbordadas, coreando un setlist que atravesó lo mejor del catálogo de la banda, y que extrajo lo esencial del Death Metal oscuro y gótico sin perder ni urgencia ni brutalidad. Una presentación que se sintió como una misa negra, irresistible y sofisticada, con picos de intensidad y dramatismo. El aplauso final fue tan cerrado como prolongado, y el supergrupo cumplió con lo prometido al dejar en evidencia que el Metal Extremo también puede ser de alto valor emocional y un arte que no se desvanecerá en el corto plazo.
Massacre: rugido ancestral de Tampa en tierras australes
En las altas horas de la noche, cuando el ambiente ya no podía estar más caliente, Massacre tomó el control absoluto del Teatro Cariola. Los históricos y referenciales floridanos de la vieja escuela llegaron a Chile en el marco de su gira ‘Beyond Latam Tour’, repartiendo Death Metal de pura denominación de origen.
La gran voz de Kam Lee, pionero absoluto del ‘Death growl’, fue desde el inicio un latigazo al subconsciente colectivo de los fanáticos, donde cada frase retumbó en el vientre del teatro, acompañadas por una base instrumental de riffs cortantes, bajos densos y baterías asesinas. El setlist estuvo compuesto básicamente por un repaso de cada canción de su ópera magna ‘From Beyond’ (1991), y para el deleite de los fans más acérrimos, finalizó con una versión de ‘Evil Dead’, composición creada en los días del primer demo de la banda Death, cuando Kam Lee era aún su vocalista. El público estuvo entregado de principio a fin y corearon los eslóganes guturales como himnos de guerra.
Massacre sobre el escenario conjura un ambiente primitivo y subterráneo que hizo de la presentación una auténtica liturgia violenta. Los mosh no se detuvieron un instante y por momentos, el Teatro Cariola evocó aquellas noches del Tampa ochentero donde nacieron los cimientos del género. Al cierre, la banda fue reconocida por lo que son: leyendas vivas que, lejos de repetirse, se renuevan cada vez que componen nuevo material. El regreso de los estadounidenses a Santiago fue un triunfo absoluto, y fueron recibidos en clima de devoción por los y las adeptas del culto más extremo.
Gracias a eventos como este, el Teatro Cariola se ha adaptado al pulso de la escena extrema como pocos recintos, garantizando acústica potente, buena visibilidad desde cualquier punto y una calidez que pocos lugares masivos pueden igualar en Santiago. La producción del Fatal Prediction Fest supo aprovechar el potencial del teatro, con transiciones rápidas, tiempos respetados y un excelente despliegue de sonido e iluminación. El ambiente general fue de celebración y orgullo, y lo que alguna vez fue un espacio de nicho para ‘minorías ruidosas’ se ha convertido en un punto de encuentro intergeneracional y multicultural, en el que convergen metaleros de distintas escuelas, edades y trayectorias. El resultado es notorio: el Metal Extremo dejó de ser nicho pasajero y se consolidó como una familia global, donde la diferencia entre bandas ‘locales’ e ‘internacionales’ se desdibuja ante la respuesta común de la multitud. ¡Nos vemos en la próxima versión del Fest!
Vladimir González Aravena
Fotos por Cristian Madariaga


