Entre mucho pop, Evanescence, surgió entre las masas en el Festival Hera en CDMX
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Entre mucho pop, Evanescence, surgió entre las masas en el Festival Hera en CDMX




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La llovizna de sintetizadores espeluznantes en trance poético, acompañada por un soprano inquietante, esparce un encanto etéreo por el bosque. Uno a uno, los presentes avanzan hacia el crepúsculo, envueltos en tonos azules y oscuridad en el escenario secundario del festival Hera HSCB el 23 de agosto en el Autódromo Hermanos Rodríguez. La cacofonía de los fans que los rodean marca el ambiente, seguido por una ola sonora de baterías aplastantes, como un llamado salvaje, desatando una reverberación que estalla hacia el año 2003. La líder de la banda se entrega a sus imperfecciones, transformándolas en superpoderes mientras su espíritu armonioso alcanza las notas más altas de la escala mezzo-soprano. Su melena vuela en el aire mientras los fans enardecen a la reina del rock gótico con un rugido atronador, sumando una sensación visual al hechizo sonoro. Los cielos se abren por segunda vez en la noche, la temperatura baja, y los fans son empapados por la lluvia nostálgica del nuevo milenio. El rímel se corre. El himno del amanecer del milenio regresa a Ciudad de México ante 20 mil personas, ocupando un lugar extraño, ya que ese día en el festival sus colegas musicales fueron estrellas del pop como Camila Cabello, Demi Lovato, Danna Paola, etc.

"Es una canción sobre el dolor y la belleza de la supervivencia, la sabiduría que surge del sufrimiento, el rostro que se encuentra en la aceptación de lo que es…" comentó Amy Lee en una entrevista sobre la apertura con Broken Pieces Shine, un mensaje del pasado que atraviesa el lugar oculto como una ola telepática para los fanáticos del goth y punk rock.

Evanescence ha estado rockeando los escenarios mundiales desde el inicio del milenio, irrumpiendo en el aire con el éxito icónico Bring Me To Life de su álbum Fallen, ganador de un Grammy y certificado 17 veces platino. Este álbum, que representa la esencia del rock gótico—oscuro, etéreo, emocional y a la vez esperanzador—se convirtió en uno de los más vendidos de la década de los 2000. Cuatro álbumes le siguieron, con un sonido más comercial en sus últimas producciones, incluida The Bitter Truth de 2021. Aunque ha habido varios cambios en la alineación, Amy Lee sigue siendo el pilar indiscutible de la banda.

El riff cargado de emociones continuó con Broken Pieces seguido de Going Under, el primer éxito de la era Fallen. Para los oyentes comerciales, la tercera canción de la noche fue probablemente la primera reconocible, ya que alcanzó el número 1 en las listas de ARIA en 2003. En una entrevista, Amy mencionó que esta es la única canción en Fallen donde no está pidiendo ayuda, sino salvándose a sí misma.

Una amplia gama de expresiones fue interpretada en la mezcla de Lose Control/Part of Me/Never Go Back, alrededor de un tercio del setlist, seguido de otro conjunto de mezclas más adelante, que incluyó Everybody’s Fool—una canción que merecería brillar por más de tres minutos por sí sola.

Aunque Amy Lee es la única miembro constante de Evanescence, el resto de la banda posee la destreza y musicalidad que caracteriza a esta banda icónica de los 2000. Will Hunt atacaba los tambores como un poseído, mientras los guitarristas Tim McCord y Troy McLawhorn brillaban con sus riffs cargados de grunge. Emma Anzal, la nueva bajista australiana, fascinó a su público con las cuerdas de su bajo, aunque algo apartada, como una empleada en periodo de prueba.

El ritmo de la banda fue continuo, canción tras canción, con poca interacción entre sets, lo cual fue probablemente una elección acertada debido a la intensa lluvia y el clima invernal. No obstante, la conexión entre la banda y sus fans se sintió fuerte a través de una actuación poderosa y sincera.

Y luego llegó My Immortal, otra obra maestra vocal. La delicada balada de piano fue interpretada con la visceralidad que merece, mientras la lluvia aumentaba, como si los cielos respondieran al dolor y la belleza de la interpretación. La noche culminó con Bring Me To Life, acompañado por un coro de cinco mil voces. Aunque la contraparte masculina estuvo ausente, la actuación no sintió vacíos, y la voz de Paul McCoy resonaba en la mente de los presentes. Evanescence es más que Amy Lee; como grupo, poseen una destreza musical incomparable, una máquina sincronizada que no parece detenerse. De principio a fin, la energía fue caóticamente melodiosa y cargada de espíritu.

 

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