40 años de ecuación matemática musical se hizo presente con Dream Theater en el Azteca
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40 años de ecuación matemática musical se hizo presente con Dream Theater en el Azteca




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El 7 de diciembre, Ciudad de México, recibió uno de los más grandes eventos del metal progresivo en 2024. Dream Theater dio inicio a su tan esperada gira del cuarenta aniversario, haciendo aún más especial el momento con el regreso de su baterista fundador, Mike Portnoy. Tras 15 años de ausencia en la banda que ayudó a crear, Portnoy volvió a encender la pasión de una base de fanáticos que había esperado años por esta reunión. Con un set de casi tres horas en La Explanada del Estadio Azteca, la asistencia fue por dos motivos, el 40 aniversario de los canadienses y el regreso de Portnoy. El grupo reunió a más de 10,000 seguidores dedicados, muchos de los cuales viajaron desde distintas partes del país para presenciar esta histórica ocasión.

Esa fría noche con Dream Theater, fue un momento definitorio para sus fanáticos. La emoción en el aire era inconfundible: desde las largas filas en los puestos de mercancía hasta el mar de seguidores luciendo camisetas clásicas y nuevas de la banda. Semanas de especulaciones culminaron en este evento único, con fanáticos, discutiendo las posibles canciones del setlist, que si traerían toda su producción, que si se llenaría. La Explanda del estadio, fue configurada como una especia de mini estadio, con gradas temporales y un gran escenario, en el cual se podía apreciar toda la escenografía usada en esta gira.

La esperada canción de apertura y la química entre los miembros. La emoción también creció con el reciente anuncio de su nuevo álbum Parasomnia y el lanzamiento de su primer sencillo, “Night Terror,” solo unos días antes de iniciar la gira. Pero la verdadera pregunta era: ¿cómo se sentiría ver a Mike Portnoy retomando su lugar detrás de la batería después de tantos años?

Las luces se atenuaron puntualmente a las 8 de la noche, y los primeros acordes de “Metropolis” resonaron en el recinto, desatando un rugido de emoción. La banda apareció en el escenario detrás de un telón que cayó justo cuando las baterías comenzaron, revelándolos en todo su esplendor, y con esto dio inicio el espectáculo. La primera canción fue poderosa: ver a Mike Portnoy tocando esta icónica pieza fue realmente impactante.

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La transición a “Overture 1928” y “Strange Déjà Vu” del álbum Scenes from a Memory elevó aún más la energía. Era evidente que la banda estaba disfrutando al máximo en el escenario. La avalancha de metal continuó con “The Mirror” y “Panic Attack,” manteniendo el ritmo vertiginoso. Luego llegó “Barstool Warrior,” una de las dos canciones de la era de Mangini, que, aunque sorpresiva, encajó perfectamente en el set. Escuchar a Portnoy interpretar esta pieza fue un momento especial. Después, el grupo bajó el tono con “Hollow Years,” que recibió una ovación enorme. La vista de las luces de los celulares iluminando el lugar creó una atmósfera mágica. Cerraron el primer acto con las contundentes “Constant Motion” y “As I Am.” Aquí la fiesta era Portnoy, se notaba sin duda, que él era el gran anfitrión.

El primer set se destacó por incluir canciones más cortas y pesadas, manteniendo una energía impresionante de principio a fin. Portnoy, como si nunca se hubiera ido, estaba perfectamente sincronizado con la banda, aportando su intensidad característica. John Myung, como siempre, fue una presencia estoica y magistral, mientras que Jordan Rudess brilló con momentos emocionantes en los teclados, incluso sacando su icónico keytar. John Petrucci demostró una vez más por qué es uno de los mejores guitarristas del mundo, ejecutando cada sección con precisión y facilidad. James LaBrie, quien a menudo recibe críticas injustas, ofreció una de sus mejores interpretaciones en mucho tiempo, ajustando melodías y conectando cálidamente con el público, agradeciendo repetidamente a los fans por su apoyo incondicional a lo largo de los años y especialmente esa noche. También cabe destacar la espectacular producción, con pantallas de video acompañando cada canción y algunos efectos de láser. El progresivo intenso se hizo presente, que ya había dejado a un lado en giras anteriores, ahora la ecuación matemática musical llegó con todo su esplendor.

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Tras un breve intermedio, un video introductorio dio paso a su nuevo sencillo “Night Terror,” una potente canción que ya supera los 2 millones de vistas en YouTube. Todos en el público conocían el tema. En un giro inesperado, interpretaron otra canción de la era Mangini, “This is the Life,” una balada del álbum A Dramatic Turn of Events. Luego, retomaron un clásico de Images and Words, “Under a Glass Moon,” con su icónico solo de guitarra de Petrucci. Las sorpresas continuaron con “Vacant” y la instrumental “Stream of Consciousness” de Train of Thought, logrando un equilibrio perfecto entre emoción y virtuosismo técnico.

El segundo acto concluyó con la épica “Octavarium,” emocionando a los asistentes que no escuchaban este favorito del público en vivo desde hacía casi dos décadas. La sección instrumental intermedia, una de las más desafiantes de la banda, no fue problema para Petrucci, Myung, Rudess y Portnoy.

Luego bajaron el ritmo con una de sus canciones más queridas, “The Spirit Carries On,” mientras la explanda, se iluminaba nuevamente con un mar de luces de celulares, creando una atmósfera impresionante. Para cerrar la noche, interpretaron la canción que lo empezó todo: “Pull Me Under.” Fue una elección perfecta que puso fin de manera triunfal a una velada inolvidable. Toda la asistencia salió satisfecha y feliz y todo coinciden que ha sido uno de los mejores conciertos de Dream Theater en todas las visitas que han tenido.

 

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