Porcupine Tree en Chile: La Anestesia que tanto esperábamos
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Porcupine Tree en Chile: La Anestesia que tanto esperábamos




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El pasado 7 de octubre la ciudad de Santiago vivió una jornada inolvidable en el Movistar Arena de la mano de los gigantes del progresivo Porcupine Tree, quienes repletaron el recinto e hicieron vibrar a cada uno de los asistentes al concierto.

Abriendo con la poderosa Blackest Eyes, los británicos comenzaron un show que alternó entre sus más recientes canciones y los clásicos que todo fan de la banda conoce a ultranza. CLOSURE/CONTINUATION es el título de su nuevo trabajo discográfico y bajo el cual se ha desarrollado el contexto de su actual gira mundial.

De la mano de saltos y la energía que Chile suele evidenciar en cada concierto de rock y metal, la banda dio el puntapié inicial a una jornada musical que duraría al rededor de 3 horas y que nos llevó por paisajes emocionales que fueron desde la nostalgia hasta la euforia más intensa del metal.

A continuación de Blackest Eyes, le siguieron tres canciones de su último álbum, Harridan, Of The New Day y Rats Return, piezas en las que pudimos presenciar la frescura de un nuevo sonido de Porcupine pero que a su vez nos remontó a pequeños guiños melancólicos de lo que ha sido su característico sonido durante años.

Even Less fue la siguiente canción en su repertorio y la que hizo que el público volviera a estallar en una energía indescriptible, desde mi posición pude ver como todo el sector de cancha saltaba y coreaba cada palabra de la lírica de aquella clásica pieza del año 1999.

Volviendo a su clásico In Abstentia lo que siguió fue el melancólico rasgueo de guitarra que nos introdujo en la maravillosa Drown With Me, en ese momento pude sentir sensaciones que rara vez me hace percibir la música, una especie de nostalgia por todos aquellos años en los que conocí la música de esta prodigiosa banda y en donde pude sentirme parte de algo más grande que tan sólo un asistente más dentro del recinto.

Así, luego de corear a todo pulmón Wilson y compañía prosiguieron con Dignity, otra canción del CLOSURE/CONTINUATION, que con su melodía y los teclados estridentes de Richard Barbieri hizo delirar a todo el Movistar Arena a través de un viaje de luces y vibraciones que dejó a más de alguno de los presentes alucinando lúcidamente por medio de la música.

Inmediatamente volvimos a lo clásico de los británicos con su premonitoria pieza The Sound Of Muzak, en donde tras una breve conversación con el público, Steven Wilson dio a entender que el mercado actual de la música ha hecho de dicho arte un mero producto comercial que ha decaído en lo que respecta a la verdadera escancia de su creación.

Casi sin respiro, la pantalla nos hizo sumergir en imágenes apocalípticas que dieron pie a Last Chance To Evacuate Planet Earth Before It Is Recycled, una pieza mucho más reflexiva acerca de lo que ocurre con nuestro planeta y sobre las consecuencias de la sobrexplotación de los humanos para con su propio planeta. Sin dudas en esta canción los bajos de Nate Navarro y las baterías de Gavin Harrison llenaron el escenario de groove y de una atmósfera que a ratos hizo recordar los mejores tiempos de bandas como Pink Floyd.

Para finalizar la primera parte del show la agrupación interpretó Chimera’s Wreck, una canción que pareciera recordar de manera muy elegante el sonido de artistas como Iron Maiden y Dream Theater pero sin dejar de lado su esencia propia. Con una impecable performance vocal por parte de Wilson la banda hizo cantar al público sellando la primera mitad de su presentación.

Pasados 20 minutos de pausa las luces se tornaron azules y una clásica risa distorsionada dio pie al inicio de Fear Of a Blank Planet, pieza que me dejó perplejo, ya que es la que da inicio a mi disco favorito de la banda. Sin dudas el público sintonizó conmigo ya que desde el primer minuto de la interpretación de esta canción la gente coreó, saltó y se emocionó con cada nota que se escuchó a través de los amplificadores.

Bajando un poco las revoluciones, Buying New Soul hizo erizar mi piel con solos de guitarra por parte de Randy McStine y de Wilson que parecieron reproducir sonidos que simplemente no parecían de este mundo, todos ellos acolchados por la increíble galaxia sonora que impuso Barbieri en los sintetizadores.

Walk The Plank fue la penúltima canción de su más reciente álbum, esta pieza tomó de la mano a su antecesora y dio el perfecto hincapié para la pieza que siguió en el setlist. Así un piano eléctrico nos transportó nuevamente al año 2007 con la melancolía de Sentimental.

Durante esta pieza el aura que se sentía en el Movistar Arena aquella noche fue única, indudablemente se podía percibir una mezcla entre nostalgia, felicidad y por qué no decirlo más de algún recuerdo amoroso que surgió bajo la azulada luz que cubrió toda la cúpula del Parque O’Higgins.

Para finalizar el repertorio de su último disco, llegó Herd Culling, canción que llenó de distorsión y que hizo que Wilson guiara al público a corear algunas de las melodías de la pieza. Dicha distorsión fue sin saberlo un pequeño adelanto de lo que vendría a continuación.

Antesthetize fue la pieza elegida para continuar con la presentación del grupo y que jamás esperé que estuviera dentro de las canciones escogidas para tocar aquella noche. Debo decir que esta pieza de más de 17 minutos es para mí una de las obras que más llevo dentro del corazón y la cual me ha acompañado en algunos de mis momentos más difíciles.

A lo largo de su interpretación pude recordar muchas de las cosas más complicadas que me ha tocado vivir a lo largo de mis 27 años, tuve la hermosa oportunidad de cantar cada palabra de la letra de esta pieza, grité y canté como pocas veces lo he hecho en un concierto y junto a mi gran amigo Tom pude sentir hasta las lágrimas cada una de las sensaciones que sólo soñaba con experimentar cuando pasaba horas detrás de la pantalla de mi computador viendo conciertos de Porcupine Tree en mi habitación.

Tras poder recuperarme de aquella emoción que invadió mi alma lo que continuó fue nuevamente melancolía a través de I Drive The Hearse, obra perteneciente al último trabajo de los ingleses antes de su hiato, The Incident. Durante esta canción reinó la paz y la armonía en todo el público asistente, lo que hizo calmar un poco las emociones de la turbulenta Anesthetize.

Dicha paz se vio inmediatamente truncada con la aparición del sintetizador de Richard Barbieri, quien tomó toda la calma del ambiente y la transformó en tensión ¿Cómo? por medio de la clásica Sleep Together. A lo largo de esta pieza nuevamente la energía del recinto subió todos sus niveles, lo que pude ver reflejado en la euforia que provocó el coro en el púbico que asistió a cancha.

Wilson y compañía procedieron a retirarse del escenario luego de ello, para volver a tocar tres canciones de encore. En una montaña rusa de emociones, la banda trajo nuevamente la paz al Movistar Arena con Collapse The Light Into Earth, durante la interpretación de esta hermosa melodía de piano y voz, casi toda la iluminación se vio alimentada por flashes de cada uno de los asistentes, haciendo de este, un momento único de aquella noche.

Lo que siguió, fue un envolvente bajo que dio paso a la poderosísima y pegajosa Halo de su álbum Deadwing, casi todo el público cantó y coreó a más no poder durante toda la canción, que una vez terminada nos comenzó a decir adiós, siendo la penúltima interpretación de la noche.

Luego de un breve diálogo con el público, finalmente Wilson se quiso despedir de Chile con la infaltable Trains, la canción más reconocida de toda su carrera y que hizo explotar el Parque O’Higgins con cada uno de sus acordes.

Personalmente este es uno de los mejores conciertos a los que he tenido la oportunidad de asistir, durante mi adolescencia y tiempo en la universidad, era muy difícil creer que Porcupine Tree pudiera volver a reunirse, era algo así como un sueño o una fantasía que improbablemente llegaría a concretarse.

A pesar de ello, algunas cosas son inciertas y lo que viví el pasado viernes fue un huracán de emociones, las cuales simplemente revolotearon en mi alma y en mi corazón para dejarme con un suave y dulce gusto a felicidad, una sensación de que algunos anhelos sí se cumplen y que de alguna u otra forma todo lo que vamos viviendo y aprendiendo en la vida está acompañado de un soundtrack que va forjando quienes somos.

Soy un agradecido de haber podido vivir todo lo que experimenté aquella noche del 7 de octubre de 2022, agradezco el camino que tuve que recorrer con altos y bajos para llegar a aquel momento, fue increíble presenciar una infinidad de canciones que jamás creí escuchar en vivo y que me hicieron emocionar hasta las lágrimas.

Creo que mi amor por la música es algo que nunca va a terminar, es algo que llena cada parte de mi ser y me mantiene firme y esperanzado en que siempre puede venir algo mejor, espero no dejar de vivir experiencias así a lo largo de mi vida.

Agradezco a mi amigo Tom por acompañarme en uno de los mejores momentos de mi vida y también al Cuartel del Metal por darme la oportunidad de escribir esta reseña, ya que gracias a este tipo de cosas es que puedo plasmar de alguna forma mi amor por la música.

Esperemos que Porcupine Tree vuelva a pisar suelo nacional nuevamente para deleitarnos con su música y su maravillosa energía, esperemos que puedan empaparnos nuevamente con su arte y nos dejen noqueados con sus poderosos riffs y sus melancólicas melodías, o al menos esperemos a que nos dejen anestesiados una vez más.

Todas las fotografías son de autoría de Luciano Candia. Rockaxis.

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