Limp Bizkit y Marilyn Manson, congregaron a más de 50 mil personas en el Machaca
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Limp Bizkit y Marilyn Manson, congregaron a más de 50 mil personas en el Machaca




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Tras más de una década, el Festival Machaca de Monterrey, México, se ha posicionado como uno de los eventos más importantes del país, cada edición distinta a la pasada. Pero el 30 de noviembre presentaron su versión puramente de rock y derivados en un solo día, con cinco agrupaciones internacionales. Con taquilla agotada, la explanada de Expo Guadalupe, en Guadalupe, Nuevo León, a escasos metros de Monterrey, Machaca le dio al clavo al reunir a más de 50,000 personas con agrupaciones que se incrustaron en el corazón de dos generaciones. Al principio, el anuncio fue cuestionado, pero Machaca es un festival que se ha preocupado por darle a la gente lo que quiere.

Desde tempranas horas, las largas filas se hacían por alrededor del recinto ferial, con el deseo de llegar lo más adelante posible, ya que solo había un escenario para todo el talento. Con el anuncio de boletos agotados, la histeria e incertidumbre eran totales por conseguir un buen lugar. Al ingresar, lo primero que se podía observar era la carnita asada, que rápidamente se hizo un ícono, y las heladas rondando por el lugar eran lo primero con lo que la asistencia se surtiría para acomodarse frente al monumental escenario montado.

El Machaca pegó fuerte en los corazones de sus asistentes con la nostalgia, ya que muchas veces la música que amamos en nuestra adolescencia queda relegada al olvido, entre mezclas de casetes o es desterrada de nuestros dispositivos por miedo a los comentarios sarcásticos de algún amigo. Sin embargo, cuando una de esas joyas retro aparece en YouTube durante una fiesta, no hay duda de que todo el grupo se unirá para cantarla, sin perder el ritmo. A las cinco de la tarde, salieron a escena los de Newport Beach, California: Sugar Ray, todos con sombreros vaqueros, haciendo referencia a que estaban en Monterrey. Contrario a lo que muchos pensaron, que Sugar Ray podría ser bajado del escenario, entraron con bastante poder, con unos temas punk bastante pesados, creando un movimiento energético entre los presentes. La banda tocó todos sus éxitos, incluyendo “Answer the Phone”, “Fly” y “Someday”, para el deleite del público. También presentaron una canción de su nuevo álbum, Music for Cougars. Mark McGrath, se puso a contemplar al público y no pudo contener las lágrimas por la reverencia que Machaca les hizo.

Los siguientes en salir fueron los de Agoura Hills, Hoobastank. Salieron con una explosión de energía, con “Just One” y “Remember Me”, ambas de su álbum debut. El público se encendió de inmediato, con la anticipación creciendo para lo que estaba por venir. Con un sonido brutal, fuerte, demostraron que no fueron solo un éxito global en las radios. Cada canción desató una avalancha de recuerdos, como la potente “Same Direction”. Doug Robb, el carismático líder de la banda, se adueñó del escenario con su energía inagotable y su poderosa voz, que transmitió la emoción e intensidad de cada tema. Y entonces llegó el instante que todos esperábamos: “The Reason”. Machaca estalló cuando sonaron los acordes iniciales de esta icónica canción. Fue un momento verdaderamente catártico, cantando juntos el tema que definió la adolescencia de muchos de los presentes. 

Finalmente, llegó el momento que todos esperaban. Simple Plan irrumpió en escena al ritmo del tema de Star Wars y comenzó con “I’d Do Anything”, pasadas las ocho de la noche. Con clásicos como “Addicted” y “Jump”, fueron acompañados de serpentinas, papelitos y pirotecnia de humo. La banda mantuvo la energía al máximo. Simple Plan demostró que el tiempo no ha afectado su energía ni su conexión con sus fans. La noche fue un recordatorio perfecto de su impacto y la pasión inquebrantable de sus seguidores.

El momento estelar llegaba, así como el frío que pegó fuerte en Guadalupe. Marilyn Manson, el rey del goth, llevó su espectacular ceremonia musical. Los fanáticos llegaron desde temprano, esperando pacientemente durante horas para conseguir un lugar privilegiado frente al escenario. Vestidos de negro, con camisetas de bandas icónicas y atuendos perfectamente góticos, los asistentes mostraron su mejor estilo para este esperado evento.

Con las luces del recinto apenas iluminando el ambiente, el escenario se cubrió con luz roja. Las cruces invertidas características de Manson brillaron intensamente entre flashes de luces estroboscópicas y una densa neblina que envolvió el lugar. "We Know Where You Fucking Live" marcó el inicio del espectáculo. Manson apareció de espaldas al público, provocando un rugido ensordecedor de los asistentes. Con su icónica presencia, el cantante mostró que estaba en plena forma para ofrecer una noche inolvidable. Los fans corearon, saltaron y formaron intensos mosh pits mientras Manson se inclinaba sobre los monitores para gritar las letras directamente a las primeras filas. La intensidad continuó con canciones como “Disposable Teens” y “Angel With the Scabbed Wings”. La interpretación de “Tourniquet” marcó un punto de inflexión, preparando al público para la recta final de un setlist cuidadosamente seleccionado.

El público se unió en un épico coro durante el icónico cover de “Sweet Dreams” de Eurythmics, mientras Manson ofrecía su interpretación única con voces susurrantes y cambios de humor perfectamente acompañados por la iluminación. Más adelante, con su clásico diseño de maquillaje de los primeros años, Manson revivió memorias entre los asistentes con “The Love Song” y “The Dope Show”. El clímax llegó con “The Beautiful People”, donde Manson se unió al público al pie del escenario. La energía del recinto alcanzó su punto máximo, dejando a los asistentes completamente inmersos en el espectáculo. Manson, que ya contaba con más de 50,000 personas a sus pies, ofreció uno de los mejores recitales en sus visitas a México. Se notó que disfrutó estar aquí, en una nueva etapa de su carrera donde volvió a reencontrarse con la música.

Un mar casi infinito de gorras rojas se hacía presente en el Machaca, pues era el momento de los Jacksonville, Florida: Limp Bizkit, el conjunto que cargó con el nu metal en sus hombros para todo el mundo. Entonces, Limp Bizkit subió al escenario. El cambio de energía fue palpable. Fue como un boom sónico directo a la era de los pantalones anchos, las zapatillas gruesas y el caos puro y desenfrenado. Es sorprendente ver cuánta gente asiste a un concierto de Limp Bizkit en 2024, en cada parada de su nuevo tour Loserville 2024. Bizkit, que de alguna manera no han sido olvidados, con canciones que dominaron los altavoces de las fiestas universitarias a principios de los años 2000. Y a pesar de haber sido serios contendientes al título de "la banda más odiada del mundo" en su apogeo, hay muchas más personas que podrían cantar estas canciones aparte de los asistentes, aunque no lo admitan. Cambiando el setlist cada noche durante la gira Loserville, Fred Durst y compañía ofrecieron a Toronto todos los éxitos, más algunas sorpresas.

Fred Durst, que en cada show sale vestido de manera diferente, ahora salió como un pescador, el guitarrista Wes Borland volvió a cambiar su aspecto y el bajista Sam Rivers, caracterizado de Miami Vice. La poderosa batería de John Otto se hizo presente con los primeros bombos de "My Generation". Los saltos y el lanzamiento de cerveza no se hicieron esperar. Limp Bizkit ha estado disfrutando de un resurgimiento en su carrera últimamente, ya que su música está captando la atención de públicos más jóvenes.

En un momento, especialmente después del desastroso Woodstock 1999, Limp Bizkit se convirtió en el símbolo de la ira masculina mal dirigida, pero esa actitud ha sido reemplazada por un simple sentido de diversión. Decir que Durst y compañía ahora están "en el chiste" sería quedarse corto; de hecho, ellos son los que hacen los chistes con más frecuencia que nadie. Fred Durst se puso a bailar con cumbias que ponía DJ Lethal entre tema y tema, y se notaba que disfrutaba arriba de la tarima. "Nookie", "Rollin'", "Break Stuff", "My Way" y "Boiler" resonaron con dureza.

En cuanto a cómo suena la banda, ese es otro aspecto en el que no ha cambiado mucho. La voz de Durst se ha mantenido bien, y ya sea que la ames o la odies, no se puede negar su reconocibilidad instantánea. La banda fue carismática y profesional, con una actuación pulida; Limp Bizkit está en su mejor momento, realmente alcanzando su llamado para un regreso. Y sería un desperdicio no mencionar que el guitarrista Wes Borland tiene una habilidad comparable a la de cualquier gran héroe de la guitarra en la historia. Tal vez eventualmente reciba el reconocimiento que merece, pero ahí está el detalle. Limp Bizkit puede tener canciones enormes, pegajosas, memorables, bien elaboradas y sorprendentemente intrincadas, pero parece que nunca podrán escapar por completo de su reputación como una banda algo ridícula.

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