A tan solo dos años de su última visita en un Palacio de los Deportes a su tope de capacidad, los británicos de Bring Me The Horizon regresaron a la Ciudad de México para ofrecer el más grande de sus recitales en toda su carrera en el país. El 14 de diciembre, la Explanada del Estadio Azteca recibió a 40 mil personas para este magno evento, que marca un antes y un después en cómo se consume la industria del metal, no solo en México, sino a nivel mundial.
BMTH ha escalado los peldaños como uno de los conjuntos que va a tomar la tutela como la próxima banda de estadio, siendo titulares de los más grandes festivales del globo. Ya lo hemos visto: fueron el acto principal del festival Download, abarrotaron taquillas en las más grandes arenas internacionales y, lo que vimos en Brasil fue algo tremendo, llenaron dos fechas en el Allianz Park de São Paulo. En la Ciudad de México, ¿qué podemos decir? 40 mil personas en un regreso tras dos años es simplemente fascinante. Y, respecto a la producción en escena, es de grandes ligas: un montaje de estadio para una banda que se perfila para serlo por siempre.
Sin embargo, algo realmente llamativo es la mercadotecnia que está detrás de la banda. Han logrado conectar con un público centennial, reforzando y rejuveneciendo sus filas de seguidores.
Cuando finalmente llegó Bring Me The Horizon, fue el momento de un espectáculo que demostró por qué siguen evolucionando y se niegan a quedarse quietos. Introducidos por su avatar EVE-IL en las gigantescas pantallas del lugar, la banda irrumpió en el escenario con DArkSide y comenzó dos horas de puro espectáculo de rock que celebró toda su carrera. Desde el favorito de los fans OG de 2008, Diamonds Aren’t Forever, hasta su sencillo más reciente, Kool-Aid, esto fue una auténtica celebración de su historia hasta ahora. Después de todo, esta es una banda que ha sobrevivido, evolucionado, desafiado las probabilidades y derribado puertas en la escena del rock y el metal durante los últimos 20 años. Ahora, han tomado su lugar legítimo en la cima del mundo del rock.
Francamente, el esfuerzo puesto en los deslumbrantes visuales es impresionante por sí mismo, en una especie de historia sobre experimentos fugitivos narrada por la inteligencia artificial EVE. Aunque esté atado al mantra conciso de "cool y vanguardista", aún te encuentras maravillándote ante el gran ángel en descomposición que atraviesa el fondo de la iglesia en Kool-Aid, quedando completamente cautivado por el espectáculo. Lo mismo ocurre con los bailarines ciberpunk generados por computadora que sustituyen a Babymetal en Kingslayer, el guerrero draugr con su guadaña en llamas en Throne, o la cabeza gritando de Daryl Palumbo sobre una hostia en AmEN! Si es grande, impresionante y puede hacerse, ¿por qué no hacerlo?
En un momento de gran interacción, Oli Sykes, se bajó con la audiencia, donde se puso un gorro de pikachu de uno de sus seguidores y un momento para la posteridad es que toda la banda salió con mascaras de luchadores.
Basta con decir que siguen siendo auténticos maestros del espectáculo, especialmente ahora que probablemente cuentan con el mayor presupuesto que jamás hayan tenido para algo a gran escala como esto. El espectáculo cerró con una explosión de confeti y fuego durante Throne, dejando a todos los presentes con una sensación de euforia y gratitud por haber sido parte de una noche tan inolvidable.
Para beneplácito de la asistencia, Bring Me The Horizon, no fue el único festín, llegaron en carnaval con un desfile de agrupaciones, donde la fiesta comenzó desde las 5 de la tarde con Thrown, The Plot In You, Polaris y Spirit Box.
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